El derecho universal a la educación también depende de la calidad de la misma. La Iglesia ha sido pionera en ofrecer educación de calidad a muchos grupos sociales y culturales que de otra forma no tendrían acceso a ella, manejando uno de los sistemas educativos no gubernamentales más grandes del mundo y uniéndola a su misión evangelizadora, en la lucha por el derecho a una educación de calidad para todos. El mandato de la Iglesia y su desafío es educar y evangelizar simultáneamente, viendo a Jesús como un maestro que acompaña y orienta hacia el sentido último de la vida.