Pedagogía Ignaciana y Pedagogía Jesuítica  

La “Pedagogía Ignaciana” no se identifica exactamente con “Pedagogía Jesuítica”. En lo jesuítico se sobreentiende la inspiración ignaciana, mientras que lo ignaciano no siempre comporta una vinculación con la Compañía. La "Ratio Studiorum" constituyó un verdadero sistema, el primero en su género de carácter mundial. Muchos elementos de aquella pedagogía han pasado a ser patrimonio de la pedagogía universal. Por su parte, los jesuitas han tenido también que ir incorporando a su práctica pedagógica elementos de otras corrientes. No obstante, sí se puede hablar de “Pedagogía Ignaciana” (PI). A pesar de sus puntos de coincidencia con otras pedagogías, lo que diferencia a la PI es la particular visión o concepción antropológica que Ignacio tiene de Dios, del ser humano y del mundo. Algunos de los elementos considerados típicos de la PI, la excelencia, la atención a la persona… pueden encontrarse en el “mercado común” de la educación. Lo que confiere a estos y a otros elementos un sello específico es la inspiración ignaciana que brota de los Ejercicios, de la "Parte IV de las Constituciones" y de la vida toda de Ignacio. Se podría describir la PI como el “modo nuestro de proceder” en educación.

Algunos investigadores de la educación no han dudado en descubrir subyacente en los Ejercicios toda una teoría del aprendizaje. Esta teoría incluiría, entre otros aspectos, el uso de los hemisferios del cerebro, las inteligencias múltiples y el recurso a diversos estilos de aprendizaje. Los Ejercicios no son un tratado de pedagogía, pero ciertamente constituyen una experiencia pedagógica en sí y contienen los elementos de determinada práctica educativa. De manera espontánea e intuitiva, más que sistemática y deliberada, Ignacio tuvo la genialidad de sentar en los Ejercicios las bases que han configurado la PI." (Fuente: Extractos del artículo "Pedagogía Ignaciana" del P. Gabriel Codina S.J. en el Diccionario de Espiritualidad Ignaciana, Mensajero-Sal Terrae, Bilbao-Santander 2007).

Características de la Pedagogía Ignaciana

En 1980, la Compañía de Jesús creó una comisión con el fin de llevar a cabo una amplia consulta y una investigación sobre los rasgos distintivos de la PI. El resultado fue la publicación de las "Características de la Educación de la Compañía de Jesús" (1986). Partiendo de la visión espiritual de Ignacio, el documento fundamenta en ella los trazos típicos de la PI, que compendia en nueve grandes temas, de los que se deriva en 28 características. En redacción que entreteje y sintetiza estas características: 

"La educación de la Compañía es un instrumento apostólico al servicio de la Iglesia y la sociedad, llevado conjuntamente con laicos profesionalmente preparados, en comunidades educativas organizadas internamente con medios, métodos y estructuras y, externamente, a través de una red de escuelas y colegios con finalidades comunes.  Mediante una pedagogía activa en la que el centro del proceso es la persona del alumno, al cual hay que acompañar especialmente pues será el sujeto de su propia formación a lo largo de su vida, se persigue su excelencia humana y no sólo intelectual y la realización personal de sí mismo. Para ello, pretende la formación integral, o sea, su preparación para la vida y compromiso activo con ella, lo cual implica el conocimiento y afirmación de la realidad del mundo, es decir: formación religiosa y en valores, en diálogo con la ciencia y la cultura, que propone a Cristo como modelo, proporciona atención pastoral, celebra la fe personal y comunitariamente, invita a una participación activa en la Iglesia y da testimonio de vida, y formación sociopolítica que sea expresión de una fe que realiza la justicia: hombres y mujeres de servicio para los demás y con los demás, con una preocupación particular por los pobres" (Fuente: Extracto del artículo del P. José Leonardo Rincón S.J. "El perfil del estudiante que queremos formar en una institución educativa ignaciana", 2003).   

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