Por Kely Cardona y Paola Ortiz de Fe y Alegría. La ciudadanía desde el arte es un puente que conecta las fortalezas de la educación formal y no formal, permitiendo una transformación significativa en las personas y las comunidades. Desde la estructura y el rigor académico de la educación formal, hasta la flexibilidad y la creatividad que caracteriza a la educación no formal, ambas perspectivas se complementan al fomentar el liderazgo, el pensamiento crítico y la acción colaborativa. En este contexto, el arte no solo inspira, sino que moviliza, promoviendo una ciudadanía activa, comprometida y capaz de construir un futuro más justo y solidario. La ciudadanía desde el arte se convierte en una herramienta para sensibilizar, empoderar y movilizar a través de los lenguajes estético-expresivos, se fomenta la capacidad de comprender los retos, oportunidades y potencialidades de una comunidad, promoviendo la participación-acción de los sujetos en los territorios populares y marginados, esta perspectiva fortalece la identidad colectiva y abre espacios de participación ciudadana. No es lo mismo implementar un proyecto artístico en una comunidad rural que en una ciudad multicultural; cada lugar tiene su propio lenguaje, ritmo y necesidades. Además, el avance de la tecnología, aunque abre muchas puertas, también nos desafía a no perder el vínculo humano que hace que el arte realmente transforme. ¿Cómo logramos que las herramientas digitales complementen, y no reemplacen, los encuentros cara a cara?