Analiza la relación entre la excelencia académica, la espiritualidad y la responsabilidad social en el contexto universitario, especialmente en instituciones jesuitas. Se destaca que la búsqueda de conocimiento profundo y la orientación hacia valores trascendentes generan tensiones que impulsan a la comunidad universitaria a buscar un sentido más allá de lo material, promoviendo el discernimiento, la interioridad y el compromiso con el bien común. Además, se subraya la importancia de integrar perspectivas transdisciplinarias y epistemologías periféricas para abordar las crisis globales, como las sociales, ecológicas y tecnológicas, en un mundo líquido y complejo. La reflexión también enfatiza que la formación universitaria debe orientarse hacia la sostenibilidad, la responsabilidad social y la ética, promoviendo profesionales comprometidos con el servicio a la sociedad y la justicia social. La espiritualidad ignaciana, en particular, fomenta el descentramiento, la responsabilidad social y la priorización del bien colectivo, buscando formar "los mejores para el mundo" en lugar de "los mejores del mundo".