Presenta una experiencia que pone en el centro del proceso educativo la persona de los estudiantes y su dignidad, al tiempo que les lleva a tomar en cuenta a otros que comparten su espacio, a explorar sus necesidades y a tomar protagonismo para aportarles un servicio que enriquece su formación como líderes y agentes de cambio en búsqueda de la justicia social. Este trabajo está muy relacionado con la propuesta del Pacto Educativo Global (PEG) del Dicasterio de la Cultura y la Educación (2024), porque en el centro de todo está la persona y su dignidad. No solo se enriquece el estudiante, sino también se piensa en el otro que comparte su espacio, al que le ofrece un servicio y en el que descubre el rostro de Cristo. Con esto, se pretende estar con los ojos abiertos a las necesidades y oídos atentos a la voz de los niños, niñas, adolescentes, comprometidos en la transmisión de valores para construir juntos un mundo más esperanzador al ser custodios de la casa común, conscientes de su papel como protagonistas en la protección del medio ambiente. Esta planificación está muy relacionada con el Paradigma Pedagógico Ignaciano, porque toma en cuenta el contexto y la experiencia, se promueve la reflexión, se impulsa al estudiantado a tomar acción y se evalúa el proceso de aprendizaje. La base teórica con la que se trabajó fue el liderazgo ignaciano a partir de las 5C para formar personas compasivas, conscientes, comprometidas, competentes y contemplativas en la acción.