Reflexiona sobre la visión compartida que tiene la educación jesuita y el derecho universal a la educación de calidad, en torno a la noción de educación como un medio para la justicia social. El enfoque de educación ignaciana considera que esta es un medio para superar la discriminación y las desventajas que enfrentan ciertos grupos vulnerables. Asimismo, el derecho universal a la educación de calidad plantea el acceso de todas las personas a la misma. Dicha conexión refuerza la idea, en ambos planteamientos, de que la educación es un derecho fundamental y un medio para la equidad social. La noción de educar para la transformación social cuestiona el rol de las universidades, entre una visión técnica enfocada en responder a las demandas del sector productivo, y otra de formación ética para una ciudadanía activa y crítica. Es en este sentido que se discute el enfoque de la educación para la ciudadanía mundial (unesco, 2016; Arellano Vaca, 2022). Los ciudadanos profesionales se conciben como agentes de cambio que ponen sus saberes al servicio del bien común; las propias decisiones han de guiarse sustentadas en una ética comunitaria para la justicia social. Desde ese planteamiento finaliza este capítulo, con el planteamiento de una investigación participativa dialógica con enfoque de multicaso, con el actuar comprometido con las poblaciones en situación de vulnerabilidad. Se compone de dos ejes estratégicos de la apuesta de la educación jesuita: el duec y la promoción de los derechos de las personas en movilidad humana, como su acceso a la educación. El planteamiento busca entender el problema de exclusión educativa, o cómo se violenta el derecho a la educación en las personas en situación vulnerable debido a la movilidad humana.
Capítulo delo libro Educación y justicia social : hacia otras prácticas pedagógicas / Coord. de F.L. Arellano Vaca, R.D.Strickland, Y. Santana Colin; pról. de E. Arias Castañeda. — Guadalajara, México: iteso, 2025.