Es el momento de tomar conciencia de la llamada del Espíritu en la Tierra, de la que se hace eco la Iglesia, y apostar por desarrollar en nuestras vidas una espiritualidad ecológica integral. El primer paso para afrontar el desafío que nos desvela la crisis ecológica es la toma de conciencia; este proceso no es tanto aprender cosas sino repensar nuestra fe, recolocarnos en una nueva forma de ver la Vida, unidos a toda la creación, sabiéndonos personas y comunidades en relación, mucho más que productores-consumidores. Nos sabemos hermanos en el camino con las otras iglesias, religiones y filosofías que anhelan el cuidado de la hermana Tierra. Somos parte del movimiento cultural y político por un mundo sostenible. La ecología integral renueva también nuestro compromiso con los pobres y los excluidos, renovamos nuestro compromiso con la igualdad, la acogida al migrante, la denuncia de la explotación de personas y la exclusión de las culturas minoritarias. Comprometemos nuestra labor educativa en proponer la ciudadanía global y ecológica comprometidos con el cuidado de las personas como prioridad.