Descripción
El religioso en la tradición ignaciana ha sido siempre una persona para los demás. Como amigos en el Señor, nosotros hemos sido también personas con los demás. Es decir, hemos vivido regularmente en comunidad, hemos trabajado juntos apostólicamente, hemos creado nuestras propias instituciones,
y hemos cuidado nuestras propias tumbas.
Ahora nos encontramos trabajando con otros , en un sentido más amplio y quizás más profundo, como colegas, colaboradores, e incluso socios. Nosotros religiosos comenzamos a darnos cuenta que estar con otros en el ministerio, en esta época de los laicos, va a influir en nuestra manera de ser, en quiénes somos nosotros, en nuestra identidad dentro de la amplia tradición ignaciana. La última Congregación General Jesuita, de una forma muy notable, aceptaba esto como un hecho. La Congregación describía a los Jesuitas como “hombres para los demás y con los demás “. Y continúa en su famoso documento 13 declarando brevemente: “ser hombres con los demás es un aspecto central de nuestro carisma y profundiza nuestra identidad. Ninguno de esos dos puntos
está claro actualmente , y las incógnitas que suscitan están generando tensión y requieren oración y reflexión serias.