La educación de las personas con discapacidad ha estado históricamente sometida a la segregación, usualmente conocida como “educación especial”. Lo que se ha analizado poco, sin embargo, es que ese apartheid educativo ha privado a la población sin discapacidad, de conocer y disfrutar de un mundo de sensibilidades y de capacidades diferentes, provenientes de personas con enormes potenciales para contribuir al desarrollo comunitario y enriquecer la vida cultural. Lamentablemente, la segregación educativa se ha sustentado en las premisas de homogeneizar y de estandarizar los conocimientos útiles para el mercado. Y bajo esa comprensión, los sistemas educativos, en muchos casos han ignorado los fines superiores de la educación intentando aplicar métodos uniformes de enseñanza y evaluación a un universo de personas (con y sin discapacidades) caracterizado por tener distintas formas y estilos de aprendizaje. El efecto inmediato de tales premisas, ha sido la exclusión y la segregación de quienes no logran adaptarse a sus métodos.
Después de recorrer brevemente los datos que revelan la exclusión por motivos de discapacidad en cada región –de los que queda claro que la situación de pobreza agrava la discriminación, aunque la riqueza tampoco la resuelve–, este informe confirma el hecho de que las personas con discapacidad se encuentran entre las más marginadas en cualquier comunidad y que en la base de su discriminación, se hallan los prejuicios y estereotipos de sociedades intolerantes a la diversidad. El informe también repasa las barreras y respuestas a la educación de las personas con discapacidad y especialmente el rol que cumplen las instituciones educativas, considerando que, según la ONU, 1 de cada 3 niños y niñas con discapacidad en edad de cursar primaria no está escolarizado, en comparación con 1 de cada 7 niños sin discapacidad.
Autor del Informe: Vernor Muñoz
“Educar es Incluir” es un programa que promueve Entreculturas, orientado a que niños, niñas, jóvenes y adultos con discapacidad y/o con dificultades de aprendizaje, provenientes de familias de escasos recursos, incrementen su nivel de logro de competencias para la vida y el trabajo, contribuyendo a su mayor inclusión educativa y social. Desde abril de 2021 está implementando en 26 centros educativos de Fe y Alegría en Bolivia, Ecuador y Perú, apostando por el continuo educativo para personas con discapacidad, abarcando desde la atención temprana, la educación básica regular y especial inclusivas, hasta la educación técnica para la inserción laboral.
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