Los Ejercicios Espirituales son el “itinerario” en el que Íñigo López de Loyola descubrió a Dios, y fue trabajando su sentido de vida y algunos otros elementos que bien le valen ser llamado “persona autorrealizada”, según la definición y estudios que, casi 400 años después, en América, desarrolló y publicó el psicólogo Abraham H. Maslow, dándole base a la Psicología Humanista. A lo largo de esta investigación se hará un análisis hermenéutico entre los escritos de Ignacio de Loyola y los de Maslow para establecer qué elementos tienen en común, y así contextualizar y actualizar la propuesta ignaciana, que no es otra más que el seguimiento radical de Jesús de Nazaret, arquetipo de la “eterna autorrealización”.