Discurso al comienzo de la celebración de los 150 años de la labor educativa de la Compañía de Jesús en Filipinas, Manila, 20 de julio 2009. Se pregunta: ¿Cuáles son las “fronteras” para un sistema educativo bien establecido, lleno de éxito, y respetado. “Los lugares geográficos y espirituales a donde otros no llegan, o encuentran difícil llegar”: estos lugares son nuestras “fronteras”. Destaca dos fronteras principales: la profundidad y la universalidad. La profundidad se refiere a una educación que va más allá de lo superficial, buscando un entendimiento profundo y una formación integral de los estudiantes, respondiendo a sus necesidades más profundas y fomentando el discernimiento. La universalidad implica una educación que trasciende las fronteras locales, promoviendo un sentido amplio de pertenencia y responsabilidad global, y colaborando con otros para enfrentar los desafíos del mundo. Nicolás enfatiza la importancia de una educación que forme personas comprometidas y con una visión amplia, capaces de servir a la humanidad según los valores del Evangelio. Concluye pidiendo que los desafíos no nos abrumen, sino que le demos la bienvenida con gozo e ilusión, conoptimismo y esperanza: "caminando hacia adelante en la esperanza".