El 24 de mayo del 2015, el papa Francisco publicó la carta encíclica Laudato Si’, en la misma planteó a la comunidad cristiana católica y a toda persona de buena voluntad el desafío del cuidado medioambiental como un asunto del cual debemos hacernos cargo puesto que el ambiente, los seres vivientes y todo cuanto nos rodea es obra de Dios y es Casa Común de todos. La encíclica vino a colocar el problema medioambiental sobre el tapete, no como un problema que otro tiene que resolver, sino como un problema nuestro, mío. Da motivos emanados de la fe para iniciar el camino de conversión y propone la ecología integral como modo adecuado de abordar la situación, exaltando la relacionalidad e interdependencia como principios fundamentales que sustentan y posibilitan la vida. La ecología integral al transmitir sus principios de relacionalidad e interdependencia permite reinterpretar el cuidado de la vida no solo como un hecho exclusivamente biológico, sino como un complejo interactivo que teje nexos con la espiritualidad, la interioridad, las relaciones sociales y el cuidado del medioambiente y de las especies que lo habitan. La ecología integral es la invitación a vivir en armonía nuestra relación con Dios, los otros, la naturaleza y consigo mismo. Ello implica ocuparnos del cuidado de la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior.