La necesidad de crear estrategias para la sensibilización de los derechos humanos de forma directa y transversal constituye una misión de apostolado para la educación desde la pedagogía ignaciana, que lleve a transformar a las sociedades por los senderos del bien hasta conseguir la justicia social especialmente en los países carentes de políticas transformadoras. Solo aceptando educar sobre los derechos humanos en su real dimensión, más la riqueza de la educación jesuita y todo lo que ello encierra, se convierte sin duda alguna en una oportunidad invaluable para humanizar a la humanidad a través de la formación integral para quienes asuman el reto y la misión de reconstruir los tejidos sociales para la convivencia pacífica, justa, tolerante e inclusiva.