La educación es, ante todo, un acto de esperanza en quien tenemos delante, en el horizonte de su vida, de sus posibilidades de cambio y de contribución a la renovación de la sociedad. Hoy, la misión educativa tiene una urgencia particular, por eso he insistido en un pacto educativo global, cuya prioridad es saber poner en el centro a la persona. Todos tienen derecho a la educación, nadie debe ser excluido. No puedo dejar de recordar a tantos niños y jóvenes sin acceso a la educación en diversas partes del mundo, que sufren opresión e incluso la guerra y la violencia.