La noción de liderazgo no es un concepto absolutamente autónomo, su completa comprensión y práctica incluye una dimensión ética, también en el campo de las ciencias económicas y empresariales. Ética y economía no son alternativas una respecto a la otra, ni cabe que una se subordine, sino que se integran mutuamente. Se propone pasar de un liderazgo “transacional” a uno “transformador” que en la perspectiva ignaciana, y en las universidades jesuitas, prioriza la promoción de la justicia y el cuidado de la creación.