En diversas instituciones educativas de la Compañía de Jesús en América Latina persiste, en general, el descontento en cuanto a la falta de integración entre el área académica - con las disciplinas de la malla currículo - y la llamada área 'pastoral' o de formación religiosa-espiritual. Este texto pretende apoyar el trabajo de superación de esta brecha, a partir de las recientes declaraciones del Papa Francisco y de las directrices de la Compañía de Jesús. Apunta las notas principales de la catolicidad de los colegios: centralidad en Jesucristo, educación evangelizadora, formación espiritual y religiosa, así como su compromiso apostólico en la actitud ignaciana de lealtad y servicio a la Iglesia. Aprecia un divorcio educativo entre el área académica y la formación religiosa y plantea la integración en un currículum evangelizador, dinamizado por el PPI. Respecto a la formación en la fe, explica que antes de proponer cualquier contenido doctrinal o actividad religiosa, la acción primordial del colegio jesuita en favor de los diferentes segmentos de la comunidad educativa es mostrar el camino hacia Dios, a través de los Ejercicios Espirituales y del discernimiento espiritual; además debe preparar a los estudiantes para comprender, interactuar y aceptar la diversidad religiosa de nuestro mundo. Por su dimensión cristiana y coherencia con la pertenencia a la Iglesia, el colegio jesuita integra en su agenda la adhesión a las causas y propuestas de acción de la Iglesia universal y local, destacando las propuestas del papa Francisco: Laudato si, Economía de Francisco y Clara, y el Pacto Educativo Global. Todo el proceso educativo se vuelve eficaz a partir del testimonio de cada integrante de la comunidad educativa– a comenzar por los adultos – de los valores evangélicos entre los alumnos si y entre los colegas.