Este cuaderno habla de un encuentro: el del Cristo y el cristianismo con la cultura y las culturas. Un encuentro complejo del que nadie va a salir igual: ni la cultura va a ser la misma después del encuentro con el Evangelio ni el cristianismo permanece intacto al relacionarse con aquella. No solo se trata de reconocer cómo el Espírito de Jesús está activo y presente en la cultura, ni de la función crítica que respecto de esta tiene siempre el Evangelio. El mismo misterio de Cristo hace del cristianismo una religión de diálogo, necesitada de la alteridad del otro, nunca completa del todo. En el diálogo con un mundo culturalmente plural, el cristianismo muestra una enorme capacidad para asumir diferentes rostros, para estructurar su verdad de manera diversa. Al menos, esto es lo que me gustaría defender en este itinerario: que, en un mundo plural, la teología también puede serlo. Teniendo claro que el camino de Jesús sigue siendo el criterio y, con el misterio de la Pascua en el centro, podemos correr el riesgo de seguir interpretando a partir de las nuevas historias que nos ofrece la cultura. Las películas, las novelas, las canciones, los movimientos sociales… suponen una continua provocación para el discernimiento sobre lo que es fundamental y contingente en el cristianismo.