En Manresa Ignacio “vio con los ojos de la fe” y experimentó un movimiento interior con tal claridad que se convirtió al proyecto de amor movido por el Cristo del Evangelio, que comenzó a aceptar como experiencia, convicción, consuelo y confirmación del llamado a una nueva vida. La fe, como experiencia humana y espiritual, en Ignacio, no son dimensiones paralelas, sino una experiencia de totalidad, entrega y complementariedad. La ilustración de Cardoner marca toda la espiritualidad ignaciana: la posibilidad de buscar y encontrar la voluntad de Dios en todas las cosas da un nuevo sentido a la vida. Así, estamos llamados a retroalimentarnos de nuestra fe, inspirados en la experiencia de Manresa a orillas del río Cardoner y en la búsqueda del diálogo intercultural y multicultural, con un fuerte compromiso por la justicia y la reconciliación con Dios, con los demás y con la Casa Común.