La pastoral educativa ignaciana está abierta a asumir una propuesta teológica que, además de formar la identidad cristiana de las personas, esté en sintonía con la educación de “un ser humano reconciliado con sus semejantes, con la creación y con Dios”. De modo que cualquier contenido teológico que sea presentado en la formación religiosa en los colegios jesuitas debe llevar al estudiante al descubrimiento personal de Dios-Trinidad y a la comprensión relacional de la vida humana. El autor propone una antropología relacional trinitaria como marco conceptual para la articulación de la propuesta educativa ERE-Pastoral. Para ello, se pretende formular una pastoral educativa en clave de una antropología teológica de la persona que capacite a hombres y mujeres para “encontrar en la comunidad con otros y en la relación con ellos no sólo sus barreras y fronteras, sino también la plenitud de sí”. Las categorías articuladoras que se proponen para enriquecer la relación ERE-Pastoral son las de: persona ignaciana- relacional, encuentro en el acompañamiento personalizado y la formación de la dimensión religiosa y espiritual de la persona. Aplicar las categorías trinitarias al mundo social hace posible que cada hombre y mujer se realice a imagen de las personas de la Trinidad; esto es, seres humanos en función de las relaciones de amor y servicio, que viven “para el otro, no para el yo; [ amar y servir] no es sentir algo sobre el otro, sino permitir que el otro sea y que sea otro".