Hace tres años, el papa Francisco relanzó una iniciativa cuyo objetivo es unir esfuerzos para realizar una trasformación cultural profunda, integral y de largo plazo, a través de la educación. Invitó a firmar un Pacto Educativo Global a todos aquellos que se preocupan por la educación «para reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión». Estamos convocados a reconstruir el Pacto Educativo entre la escuela, la familia, la sociedad y el estado, desde un nuevo humanismo, buscando una transformación profunda hacia un nuevo modelo de desarrollo integral. Dentro de los siete compromisos del PGE, destacamos el que apunta a renovar la economía y la política: “Estudiar nuevas formas de entender la economía, la política, el desarrollo y el progreso, al servicio del hombre y de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral.” La promesa de la convivencia democrática: es promesa de misericordia y compasión frente a la injusticia; es semilla del servicio; es semilla de respeto; es semilla de educación para la ciudadanía en el marco global; es semilla de fraternidad. Escuchamos la invitación a seguir animando a las nuevas generaciones con una formación integral fortalecida a su “originalidad” de personas “a imagen y semejanza de Dios”, creados y amados por El, Así, cada uno, con las semillas del humanismo cristiano, de la democracia, de la fraternidad, del respeto, de la solidaridad, ayudaremos a construir comunidades fraternas y solidarias de ciudadanos plenos.