Vivimos en contextos glocales donde tanto lo local como lo global tocan todos los aspectos de nuestras vidas. Esta nueva realidad debería llevarnos, como sostiene el Papa Francisco, a un sueño: "Soñemos, pues, como una sola familia humana, como compañeros de viaje que comparten la misma carne, como hijos de la misma tierra que es nuestra casa común, cada uno de nosotros aportando la riqueza de sus creencias y convicciones, cada uno con su propia voz, hermanos y hermanas todos (Fratelli Tutti #8). Este sueño de una sola humanidad es el origen de nuestra perspectiva ignaciana sobre la ciudadanía global. Es la expansión de la solidaridad y la responsabilidad hacia todos los seres humanos, las criaturas y toda la creación. Esta es la persona para y con los demás que el P. General Sosa amplió en su discusión sobre la invitación profética del P. Arrupe hace cincuenta años en Valencia.