La construcción de una humanidad y un mundo más pacíficos es un proceso vivo y orgánico que implica, entre otras cosas, prácticas educativas reflexivas que detonen en los estudiantes actitudes, cambios y acciones concretos, tanto a nivel colectivo como a nivel personal. La aceptación acogedora de los cambios de perspectiva, la autocrítica, la capacidad de escucha del otro y de “lo otro”, así como el genuino reconocimiento de nuestra injerencia en la activación y propagación de la violencia son actitudes imprescindibles para la construcción de la paz. Cobijado bajo esta lógica, el presente artículo busca narrar y analizar las experiencias vividas por los alumnos en el salón de clase de la materia Ser Persona al momento de tocar temas y autores relacionados con algunos de los modos de violencia: el racismo, la segregación y la violencia de género. Con esta perspectiva, la autora relata y reflexiona su experiencia como docente en el marco de los nuevos planes de estudio Manresa, de la Universidad Iberoamericana, en el Área de Reflexión Universitaria.