El discernimiento es la respuesta ignaciana a un mundo que se ha vuelto líquido, fluido o provisional, como argumentan algunos de los pensadores contemporáneos. El discernimiento nos permite seguir caminando incluso en nuestros contextos contemporáneos donde las cosas son complejas y las respuestas fáciles no son suficientes. El discernimiento ayuda a las personas a convertirse en buscadores de la verdad y la sabiduría. En los últimos años, las escuelas y educadores jesuitas han continuado el camino del discernimiento continuo como la forma de abordar nuestros desafíos, comprender nuestras posibilidades, renovar nuestra educación e innovar en todos los niveles.