Cuando nos acercamos a la educación no podemos hacerlo pensando en algo meramente humano... ya que la vocación cristiana nos pide dar voz a una Palabra que no es nuestra, que nos supera, que nos trasciende... La enseñanza de la escuela católica no se limita a cuestiones confesionales y los contenidos están abiertos a todas las ramas del saber....La gran pregunta es: ¿cómo conseguir que la escuela católica sea realmente lo que el Señor le pide? Me parece que la respuesta está en el mismo Jesús. Miremos cómo fue enviado Él y cómo envía a sus discípulos; cómo enseñaba Él y cómo les pide a ellos que enseñen.... La segunda característica que podemos tratar hoy es que estamos en camino, en movimiento. Jesús camina siempre, y exhorta a sus discípulos a hacer lo mismo. De ese modo la escuela católica en sus iniciativas debe acoger las problemáticas sociales, en ámbito local y universal, debe aprender y, en ese aprendizaje, enseñar a abrir la mente a nuevas situaciones y nuevos conceptos, a caminar juntos sin excluir a nadie, a establecer puntos de encuentro y a adaptar el lenguaje para que sea capaz de captar la atención de los más alejados. Ciertamente, ustedes me dirán que esto es necesario para dar la mejor formación posible a nuestros alumnos, pero lo es también para hacer de ellos hombres y mujeres que no se conformen con acumular meros conocimientos, sino más bien para que esa doctrina les permita adquirir la sabiduría de la que hablaba san Benito, que los haga crecer y hacer crecer a los demás, allí donde el Señor los envíe.