En este escrito pretendo reflexionar el talante que debe de tener un liderazgo comunitario evangélico dentro de una universidad jesuita, para ir profundizando en nuestra mirada crítica ante la realidad que nos encontramos; así mismo, poder desenmascarar el mal y poder identificar los retos que tenemos como universidad ante la mirada hegemónica del cálculo y de posesión que se alimenta de la razón instrumental tecno científica. Después, propongo forjar una mirada de apertura y gratuidad radical para dejarnos afectar por las realidades dolientes.