¡Y todo cambió!, aprendimos a que las clases escolares habían cambiado y la forma en que lo hacíamos no nos iba a funcionar en un tiempo. ¿Cuánto? Era incierto, lo único seguro que teníamos es que todo era incierto. La pandemia nos movió de nuestra zona conocida en el ámbito escolar y, de un día a otro, tuvimos que movernos a un nuevo ambiente, un poco desconocido para unos, muy desconocido para otros y para todos desafiante, porque no todos los maestros estábamos sumergidos en la tecnología y muchos de ellos se resistían a que fuera parte de sus herramientas diarias en sus aulas. La autora reflexiona sobre su vivencia personal, las nuevas exigencias y la riqueza de los aprendizajes generados en el proceso.