¿Cómo concibe la Compañía de Jesús la educación inclusiva hoy? Hoy podríamos decir que los primeros jesuitas, con San Ignacio a la cabeza, querían fundar una educación inclusiva para todos y por ello el afán de que la educación fuera gratuita y el poder económico de las familias no determinara el ingreso. Los primeros jesuitas hicieron desde el comienzo una opción por una educación inclusiva dentro del marco histórico-cultural de la época. El Concilio Vaticano II llamó a la renovación en fidelidad creativa al evangelio e inició un movimiento que nos es familiar en sus principales premisas: la justicia hace parte del servicio a la fe, los pobres ocupan un lugar privilegiado en la revelación y por tanto la Iglesia hace una opción preferencial por ellos. El P. Arrupe animó e interpeló a la Compañía a hacer este proceso y cuestionó a los colegios jesuitas que en cierta manera habían perdido su razón de ser, su dimensión apostólica y, aunque habían mantenido su excelencia y prestigio académico, habían quebrantado su posibilidad de ser levadura en la masa de la educación. El P. Kolvenbach como general de la Compañía continuó este proceso de renovación y reafirmó el compromiso irrevocable de la Compañía de trabajar en el apostolado educativo escolar y de servir a los pobres. El P. Adolfo Nicolás, siendo general de la Compañía, fue enfático en afirmar la necesidad de continuar este proceso de inclusión y de ofrecer educación de calidad a todos y todas y de manera especial a los grupos más marginados de la sociedad. El actual P. General, Arturo Sosa, ha ratificado la importancia de trabajar en la incidencia por una educación de calidad: “Es clave defender, exigir y promover el derecho a una educación de calidad para todas las personas. Les animo a seguir proclamando que no es posible la calidad sin escuelas inclusivas, seguras, escuelas que acojan e integren, escuelas que atiendan la diversidad, innovadoras, contextualizadas y pertinentes...