Desde el inicio de la Compañía, Ignacio y los primeros jesuitas descubrieron en los colegios un medio privilegiado para propiciar una experiencia de fe en los corazones de los estudiantes. Nuestros colegios también hoy están llamados a ser lugares donde los estudiantes tengan la posibilidad de vivir ese encuentro, esa experiencia fundamental del amor de Dios, que será orientación decisiva para toda la vida. Si nuestro postulado es que lo fundamental en el proceso de formación en la fe cristiana es vivir una experiencia que se convierta en guía orientadora de la existencia de la persona, es importante tratar de describir algunos rasgos de esa experiencia. Vale la pena preguntarse cuál es el papel de la escuela católica o cuál es el aporte de la dimensión religiosa en nuestra vida y en la institución escolar. El reto de una educación en la fe no está en el aprendizaje de unos contenidos religiosos sino en la comprensión del sentido del desarrollo de cada una de las dimensiones del ser humano. sería interesante que en nuestros colegios concibiéramos el desarrollo de la dimensión espiritual como una competencia que es posible desarrollar teniendo en cuenta cada uno de los momentos evolutivos de la persona. Comprender la dimensión espiritual desde este enfoque de competencias, también nos permitirá dialogar con las distintas disciplinas que hacen parte de nuestros diseños curriculares y dotar de sentido desde lo espiritual a todos los procesos de formación.