El enfoque pedagógico faureano se basa en seis principios, como elementos “no negociables” que deben iluminar la marcha pedagógica: Personalización, Autonomía y Libertad, Actividad, Creatividad, Sociabilidad y Transcendencia. El estudiante es un ser único, original e irrepetible, libre para elegir lo que quiere llegar a ser, se realiza con los otros y es capaz de transcenderse a sí mismo y realizarse plenamente mediante el conocimiento y el amor. Si bien comparto todas estas ideas que me parecen esenciales, y si es también cierto que los autores de la educación personalizada señalan que la persona no puede realizarse aislada de los demás, pues es siempre un ser en relación con otros y, en consecuencia, toman en cuenta la dimensión comunitaria, creo que hoy necesitamos releer estas ideas desde una lectura crítica y objetiva de nuestro mundo que va directamente contra los planes de Dios. Como un humilde aporte para asumir la formación de la persona como prioridad en el Pacto Educativo Global que nos propone el papa Francisco, les presento mi propio itinerario. Pero como nos lo propone la Pedagogía Ignaciana, parto de contextualizar el mundo que vivimos, pues sólo si lo conocemos podremos contribuir a transformarlo