Resulta muy significativo que la celebración de los 500 años del inicio de la conversión de Ignacio tenga como meta “Ver nuevas todas las cosas en Cristo”, lo que nos va a exigir ver “todo”, y aquí yo quiero referirme principalmente a ver nuestra educación con los ojos de Cristo, para detectar logros, incoherencias, supuestos y prácticas habituales que tal vez deberíamos transformar si en verdad queremos seguir con radicalidad, como lo hiciera Ignacio, los pasos de Cristo, en su esfuerzo por construir aquí el proyecto del Padre, el Reino, una sociedad libre, justa y fraternal.