Descripción
Los niños van al fondo de los asuntos. No se contienen. Hacen preguntas profundas. Lo que falta es la capacidad de reflexionar sobre lo que preguntan. De hecho, su pensamiento suele sorprendernos por su profundidad, más de lo que nosotros mismos solemos elegir. El reto es cómo animarles a seguir reflexionando sobre lo que se preguntan, cómo piensan ellos mismos en la pregunta, cómo se aplica a la forma en que viven y toman sus decisiones.
Así que hoy me gustaría sugerir algunas maneras específicas de ayudarles a hacer mejor lo que ya hacen naturalmente, mientras consideramos algunas de las grandes preguntas y las profundidades que las sustentan. Las grandes preguntas: Primero: ¿Dónde está realmente centrada mi vida? Siguiente: ¿Qué pasó con la verdad?, ¿Y qué pasa cuando todo colapsa? Por último, ¿qué pide el Amor?