Descripción
Para entender cabalmente a Ignacio es necesario seguir, paso a paso, el proceso de su ‘conversión’, desde su convalecencia en Loyola, hasta su madurez romana. En el desconcierto tuvo que discernir el camino y les enseñó a muchos a hacer otro tanto. Fue capaz de soñar lo más alto y, a la vez, preocuparse de lo pequeño, caminar pisando en la tierra, pero con la mirada alta. Nuestro tiempo vive también el desconcierto y, como nunca, necesitamos que nos enseñen a discernir el sentido de la vida en medio de la confusión. En eso, Ignacio puede ser un
ejemplo y un maestro.