Descripción
Ignacio encontró el gran “tesoro”, Jesús, por el cual cambió toda su vida, y es lo que da sentido a toda la sabiduría que nos quiere transmitir. Lo “ignaciano” no se trata de “técnicas” geniales desencarnadas, sino del modo de proceder que se desprende de una relación personal con el Señor. Si pretendemos comunicar “lo ignaciano”, tenemos que partir de este presupuesto relacional. Si proponemos en nuestros colegios lo ignaciano, tenemos que pensar en el modo de cómo facilitar que cada integrante de la comunidad, en especial los niños, puedan encontrarse personalmente con Jesús para conocerlo, para cultivar una amistad, un seguimiento surgido del amor que se traduzca en respuesta comprometida. El objetivo de este artículo es compartir una experiencia de más de veinte años ofreciendo, en forma sistemática, la modalidad de EE en la vida corriente, a lo largo de todo el trayecto escolar, en muchos colegios de nuestra red y en otros ámbitos. Ante la necesidad de ponerle un nombre, la bautizamos como la práctica de la “Oración Ignaciana”.