Descripción
A la hora de presentar la actualidad de la dimensión eclesial del carisma ignaciano procederé en tres momentos: en primer lugar, hay que ahondar en la fórmula soli Deo gloria, santo y seña de la espiritualidad jesuítica, que sostiene además la realidad del cristianismo como Iglesia. En segundo lugar, vamos a desplegar una reflexión ignaciana sobre la Iglesia al hilo de aquella afirmación del P. Arrupe, «el Vaticano II nos ha ayudado a entender mejor a S. Ignacio», en su movimiento de ida y vuelta: varios teólogos
jesuitas hicieron una importante contribución a la renovación conciliar de la Iglesia, que es en buena medida el reflujo y el reflejo del carisma ignaciano. Nuestras reflexiones recalan, finalmente, en la cláusula sintética de la que hemos partido, «vivir de la Iglesia», que puede valer para recapitular la mística eclesial ignaciana hoy en medio de una situación gravemente aquejada por un depauperado sentido de Iglesia.