Descripción
Ante todo, la pandemia nos coloca ante la
incertidumbre, una condición muy propia de la
fe cristiana. Sigue siendo una amenaza incierta, pero real. La incertidumbre nos
coloca ante el misterio, lo insondable, y ante la
pequeñez y la fragilidad de nuestra vida. La población que carga con el peso de la pandemia, el hambre y la corrupción de quienes conducen los hilos de la emergencia necesita de nuestra presencia, necesita
ser acompañada desde la cercanía y el consuelo, desde la solidaridad militante y desde la palabra que trascienda la miseria y podredumbre hacia la utopía y valores del Reino. De seguida, describe cuatro formas de acompañamiento.