Descripción
Comentamos la expresión ignaciana citada en el título (Ej 206, 239)1, presentando su contexto, profundizando en sus distintos niveles de significado y buscando su vigencia actual. Se trata de un aforismo menor que se refiere a un rasgo mayor de la espiritualidad ignaciana: el de proponer una mirada centrada en un fin al que se supeditan y ordenan otros
muchos dinamismos para eficazmente alcanzarlo