Descripción
En la celebración sacramental cristaliza todo en la vida de la Iglesia y de la fe: lo que funciona bien y lo que va menos bien. Una de las perplejidades que hoy se da con relativa frecuencia consiste en que la celebración sacramental de la iniciación cristiana coincide con la despedida de la Iglesia. En estas páginas se intenta encontrar una razón que lo explique. Más que nada, se formulan una serie de preocupaciones, perplejidades y preguntas en voz alta. Si estuvieran bien formuladas, ya sería una ayuda para encaminar la reflexión y la acción pastoral en una dirección adecuada. También para no echar sobre nuestras espaldas el fardo de la culpa de todo lo que puede no estar funcionando como debiera en la iniciación cristiana, dado que puede que haya cuestiones mayúsculas
—las hay—, más allá del buen hacer y buen creer de los padres, la familia, los padrinos, el catequista, el párroco, la comunidad parroquial, el pastoralista de colegio, el colegio católico, el obispo y la diócesis. Mucho más modestamente, se concluye con una reflexión final sobre cómo enfocar los loables esfuerzos que en todas partes la Iglesia invierte con alegría y generosidad en la iniciación.