Descripción
En este artículo se aborda la importancia del silencio como un modo de estar ante Dios, ante las cosas, ante el mundo y ante uno mismo. El silencio no es mutismo ni evasión de la realidad, sino la posibilidad de abrir un espacio entre nuestra mirada y lo que miramos, entre nuestro pensamiento y lo que decimos, entre lo que decidimos hacer y lo que hacemos. En este espacio silente se abren posibilidades y transparencias que no pueden emerger si no cultivamos esta dimensión. Lo que las tradiciones religiosas han descrito como sus más altas cimas (la región de la mística), es necesario que hoy se convierta en punto de partida y punto de encuentro de todas las tradiciones y culturas.
Título de la revista
Revista Iberoamericana de Teología, vol. IX, núm. 17, julio-diciembre, 2013, pp. 7-24 Universidad Iberoamericana, Ciudad de México