Descripción
La audacia que necesitamos para ser servidores de la misión de Cristo Jesús sólo puede brotar de la fe. Nuestra audacia puede ir aún más allá y buscar no solo lo improbable, sino lo imposible. Queremos nosotros contribuir a cuanto hoy parece imposible: una humanidad reconciliada en la justicia, que vive en paz en una casa común bien cuidada, donde hay lugar para todos porque nos reconocemos hermanos y hermanas, hijos e hijas del mismo y único Padre. Queremos aumentar la colaboración, no solo buscar a otros para que colaboren con nosotros, con nuestras obras, porque no queremos perder el prestigio de la posición de quien tiene última palabra. Queremos colaborar generosamente con otros, dentro y fuera de la Iglesia, con la conciencia que surge de la experiencia de Dios, de estar llamados a la misión de Cristo, que no nos pertenece en exclusividad, sino que compartimos con muchos hombres y mujeres consagrados al servicio de los demás.